« He conocido a muchas personas que destacan por su tozudez ética, por su coherencia moral, por su insistencia en la defensa de los derechos del otro. Pero pocas de ellas del nivel de consecuencia de mi amigo Juanpa, y cuando le he preguntado si no se cansa de luchar contra la corriente, siempre me ha respondido que ésa es la única forma en que él entiende el periodismo.
Durante quince años atroces, Juanpa dirigió la revista Análisis, primera barricada del combate democrático contra la dictadura encabezada⁽¹⁾ por un delincuente internacional llamado Pinochet⁽²⁾. Análisis fue también el amoroso fortín de papel en que se refugiaban los derechos humanos pisoteados⁽³⁾ y la memoria de Chile.
No todos los quiosqueros se atrevían a venderla; leerla en público llegó a ser motivo de querellas por reunir material subversivo; pero, quincenalmente primero, y luego cada semana, la revista y los editoriales de Juanpa fueron la única luz que desafiaba⁽⁴⁾ las sombras de la dictadura.
Fueron años duros, ciertamente, y en torno a Juanpa se reunió un equipo de periodistas y colaboradores que ejercieron casi un voluntariado. Había miedo, claro que lo había, porque el temor mostraba las garras⁽⁵⁾ por todas partes, pero la razón, la certeza de la razón, era el gran aliciente⁽⁶⁾ para seguir adelante. Y se pagó un precio por mantener la única expresión libre de la prensa chilena. Un alto precio.
A José Carrasco Tapia, Pepone para todos cuantos le quisimos, editor internacional de Análisis, lo sacaron de su casa una noche de 1985, durante las macabras horas del toque de queda, cuando apenas se había metido en la cama. Silvia, su compañera, intentó entregarle los zapatos, pero los emisarios de Pinochet le respondieron: «Allá adonde lo llevamos no los necesitará». El cuerpo de Pepone apareció al día siguiente, acribillado a tiros y con los inconfundibles signos de las torturas que permanecerán como un sello indeleble sobre la historia de Chile, por muy exitoso que sea su modelo económico.
Juanpa estuvo siempre en la mira del dictador, pero su inteligencia perversa y la de sus asesores civiles llamados Onofre Jarpa y Jaime Guzmán, le indicaron que asesinarlo o desaparecerlo le traería complicaciones internacionales.
No se desaparece fácilmente a un periodista galardonado⁽⁷⁾ con la Pluma de Oro de la Libertad, otorgada por la Federación Internacional de Editores de Periódicos, o con el Premio Ortega y Gasset, de El País, entre muchos otros reconocimientos recibidos. Tras esta elemental reflexión, la bestia uniformada decidió que Juanpa sería su prisionero personal, su víctima privada.
Juanpa estuvo siete veces en la cárcel, y nunca dejó de escribir. Lo visitaban ministros extranjeros, el cuerpo de corresponsales acreditados hacía guardia frente a la cárcel velando por la vida de Juanpa. »

« Cada año, el 3 de mayo es una fecha en la que se celebran los principios fundamentales de la libertad de prensa. Esta fecha brinda⁽⁸⁾ la oportunidad de evaluar la libertad de prensa a nivel mundial, de defender los medios de comunicación de los ataques sobre su independencia así como rendir homenaje a los periodistas que han perdido sus vidas en el ejercicio de su profesión.
El 3 de mayo fue proclamado como el Día Mundial de la Libertad de Prensa en 1993, por la Asamblea General de las Naciones Unidas, siguiendo la Recomendación adoptada durante la 26^ª sesión de la Conferencia General de la UNESCO en 1991.
Esta celebración es la ocasión para informar a los ciudadanos⁽⁹⁾ acerca de las violaciones a la libertad de prensa, así como recordarles que en decenas de países alrededor del mundo las publicaciones son censuradas, algunas multadas, suspendidas o anuladas, mientras que periodistas, editores y publicadores son acosados, atacados, detenidos e incluso asesinados.
Es una fecha para fomentar y desarrollar iniciativas en favor de la libertad de prensa, y para evaluar el estado de la libertad de prensa en todo el mundo. »